sábado, 25 de agosto de 2007

Cuentos Infantiles: "El químico y la hormiga "

Había una vez, hace mucho, muuucho tiempo, una hormiguita muuuy, pero muuuy chiquitita que se llamaba Chiquita. Era una hormiga muy vivaracha y le gustaba comer hojitas y correr en la pradera. Pasaba sus días jugando y corriendo, corriendo y jugando.

Pero un día, correteando por el bosque, se encontró con un bicho raro, muuuy raro, era gigante, tenía solo dos patas con las que caminaba (Nota del Autor: obvio) y vestía de blanco. Chiquita se acercó temerosa a una de sus enormes patas y le gritó:

- Hola ¿quién eres?

- Hola - le respondió - soy un hombre y mi nombre es Químico. (Nota del autor: el tipo tenía un oído excelente)

- Químico! ¿qué nombre más extraño? Le respondió la hormiga. ¿de dónde vienes?

- Vengo de otra parte del bosque, se llama 47 y 115* y allí hay muchos como yo; somos personas (Nota del autor: ?????) dedicadas a encontrar y crear los materiales más maravillosos, para que todos los habitantes del bosque puedan vivir mejor con ellos. (Nota del autor: Se recuerda que el presente escrito se trata de una obra de ficción).

- ¿Y qué haces por estos lares? Volvió a preguntar el himenóptero (Nota del Autor: la hormiga).

- Estoy buscando un balón, le respondió el químico.

- ¿un balón? ¿es que acaso juegas a la pelota? Consultó Chiquita.

- Nooo - dijo el hombre - un balón es un recipiente esférico de vidrio en el que normalmente se colocan líquidos.

- Eso a mí me suena a botella - comentó Chiquita, un poco incrédula, pero sin embargo decidió ayudar al extraño - Te propongo ir a consultar a mis amigos del bosque a ver si pueden ayudarte.

Y así fueron a ver al Oso Pegajoso, el Buho Cabezón, la Ardillita Tripera y el Mono Navarro Montoya, pero ninguno los pudo ayudar. Finalmente fueron a consultar al León Sabio (Nota del Autor: Entiendo que resulte poco creíble la presencia de un león en un bosque, visto que se trata de un felino oriundo de llanuras con pastizales, pero si se creyeron lo que escribí antes sobre los químicos no creo que tengan problema con esto).

- ¿y para qué quieren ese "balón"? preguntó el León.

- Es que deseo mezclar unos líquidos y agitarlos en él - le respondió - para eso también se necesita de un buzo.

- ¿buzo? ¿tienes frío? Puedo decirle a Doña Leona que teja una bufanda.

- Noooo, je, je, je - comentó sonriendo el químico con menos paciencia - no me refiero a ese tipo de buzos.

- ¿pero acaso ese "balón" que buscas es tan grande que en su interior puede entrar una persona con tubo de aire y escafandra? - Volvió a preguntar la hormiguita que para esa altura lo debería tener podrido.

El hombre sacó de su bolsillo una pequeña pieza cilíndrica de metal cubierta por un plástico blanco y la sostuvo con dos de los dedos de una de sus dos manos.

- Esto es un buzo - señaló el químico a la hormiga y el León.

- Lo que sucede - comentó el felino - es que eso que tu llamas buzo, nosotros en el bosque lo llamamos supositorio.

El químico no lo resistió y se dirigió hacia la salida con ganas de usar realmente su buzo como supositorio, y solo se vio impedido de hacerlo debido a que resultaba extremadamente grande para usarlo con la hormiga y extremadamente peligroso para su uso en el león. Chiquita (que realmente era bastante pesada) lo siguió, gritándole:

- No huyas químico, no huyas, aún puedo ayudarte a encontrar lo que buscas.

Y entonces lo condujo a un lugar que muy pocos conocían aparte de las hormigas, un lugar donde se decía se podía encontrar la sabiduría y el conocimiento completo con solo un suspiro (Nota del Autor: No se trata de ninguna Facultad), un lugar aislado, de difícil acceso en el que se encontraban un millar de hormigas sentadas y calladitas en fila.

- Aquí es - dijo la hormiga - haz tu pregunta y todas te responderán como un solo ente en comunión, ellas se encuentran en su estado más alto de concentración (Nota del Autor: Tratándose de hormigas no debería ser taaaan alto).

- Bueno - respondió el hombre, con su paciencia a punto de agotarse - es que solo deseo obtener un poco de ácido.

- ¿Ácido? - Respondieron todas las hormigas al unísono - ¿todo eso es para comer un caramelo?.

Y el Químico no resistió más, tomó con sus manos unas rocas del tamaño de un adoquín que se encontraban amontonadas cerca del lugar y comenzó a aplastar una por una a las hormiguitas. Finalmente y diciendo:

- Estos bichos que hablan me tienen podrido.

Agrupó a todas las inmóviles y pobres hormiguitas (Nota del Autor: No digo que son sus cadáveres porque se trata de un cuento para niños) y, haciendo gala de habilidades que solo un químico posee, extrajo el ácido fórmico y volvió a su hogar, feliz, con su ácido, silbando bajito y caminando por el bosque.

Y colorín, colorado, este cuento ha terminado.

*La Facultad de Ciencias Exactas de la UNLP se ubica en una zona de La Plata concoida como "El Bosque".

miércoles, 28 de marzo de 2007

Grandes Valores (Biografías de Hoy y de Siempre): Humberto Laranjetta

Humberto Laranjetta nació (como se estilaba en ese entonces) en un frío día de verano ¿o es que acaso un día de verano no puede ser frío?. Fue en la ciudad de Bahía Blanca, a la vera de la Ruta, bajo un ombú, entre la música de los Teen Tops que traía el viento desde una radio lejana. Ese hecho fue uno de los tantos que lo marcó de por vida, en parte por lo particular de la situación, pero en gran medida debido a un golpe contra el pavimento en el momento preciso del alumbramiento, que le dejó una cicatriz en la frente.
Allí nació su pasión por las rutas, los viajes y la música que lo condujo, obviamente, al mundo de la ciencia. Su familia se radicó en Azul, provincia de Buenos Aires donde pasó su infancia, a la vera de la Ruta 3 observando los movimientos de los automóviles y las peleas de los camioneros, que también le dejaron un par de marcas en la piel debido a que las observada muy de cerca. Generalmente él era uno de los participantes.
Ya entrado en su adolescencia Humberto se fugó de su hogar, pues si bien no se peleó con sus padres, lo hizo con el resto de la localidad. Fue a parar a un aislado paraje llamado Laguna Amarilla, donde se encontró con un tío lejano quien, apiadado por su apariencia andrajosa, le dio un consejo signaría su destino; Le dijo que tenía que dedicarse a la química, porque los químicos estaban llenos de guita. (Mucho tiempo después, ese tío terminaría internado en un perdido neuropsiquiátrico de La Pampa, donde conocería a una monja con la que tuvo una hija, de nombre Adela).
Fue así que se fue para la costa, hacia Aguas Verdes, donde comenzó sus estudios particulares en esa ciencia, mientras se dedicaba a otra de sus pasiones, la música. Era un fanático de la guitarra (justamente por eso se orientó hacia la química). Fue allí donde comenzó a hacer predicciones, muchas de ellas acertadas, y muchísimas de ellas no, que comenzaron a destacar su genialidad. Luego de sacar el número 998 para ingresar al Servicio Militar predijo dos cosas: que no la iba a pasar bien, y que había alguien con peor suerte que él. Y tuvo razón, no la pasó muy bien: fue enviado a un destacamento militar en Río Colorado, en el que revivió los grandes hitos de su vida: la ruta, el frío y los golpes. Fue allí que acuñó una de sus frases que hoy en día se citan en prácticamente todos los libros de química y de autoayuda: "No sé para qué correr tanto si no hay ningún lado a dónde ir".
Pasado año y fracción (la fracción fue 363/365), se dirigió a La Plata a estudiar, finalmente, química. Fue allí que continuó con sus predicciones: Predijo que su carrera no iba a ser en 5 años (de hecho fueron 19) y predijo la rotura de un balón tres segundos antes de que se caiga al piso (y se rompa desparramando ácido por todos lados, dejándole una quemadura al lado de una de sus tantas cicatrices). A partir de allí es que fue apodado "El Horangel de la Química", en parte por lo certero de sus predicciones, pero principalmente porque debido a las quemaduras en su cabeza se vio forzado a vestir un exagerado peluquín, digno del famoso astrólogo.
Tuvo un breve paso por la química teórica tomando un curso en la Asociación Química Argentina dictado por el Dr. Eduardo Castro ("Clases de Mandolina por el método de Hartree-Fock irrestricto"), tras lo cual se dedicó a unir sus dos pasiones, la química y la música. Se dedicó al cálculo y estudio de las frecuencias de vibración de los hidrocarburos de bajo peso molecular, productos de la descomposición de materia orgánica, transformándolas en tonos de la escala musical. Su publicación "Música de cámara séptica", fue el tema del momento, y según los comentarios de uno de sus colegas: "No es solo un paper, sino que deberían haber sido 78 metros de puro paper higiénico".
Otros grandes éxitos de su carrera fueron: "Zamba del oxihidrilo", "La Bossa Nova del HPLC", "Serenata para cuerdas en Re-sorcinol", "Síntesis de dihidrocumarinas en Mi-Laboratorio". Pero el mayor de los éxitos lo logró grabando un disco de música bailantera con letras químicas, en el que se encontraba su gran éxito radial: la cumbia intitulada "Nena, me gusta tu Uracilo", que lo condujo, entre otros lados, al programa de Juan Alberto Mateyko (otro químico frustrado) en Mar del Plata.
Fue más tarde que, cansado de sus estudios químico-musicales, aprovechó su fama con las predicciones y formuló el horóscopo que lleva su nombre, también conocido como "El Horóscopo de los Elementos". Luego de eso se pierde su rastro en la historia (principalmente porque debió ocultarse de la mafia de los astrólogos), hasta su reaparición, ya dedicado a la química analítica: Convencido de que toda su historia le dejó un mensaje que oculta su destino, y en base a sus vivencias en Bahía Blanca, Azul, Laguna Amarilla, Aguas Verdes y Río Colorado se sintió predestinado a ser una eminencia en la Colorimetría, pretendiendo explicar que los colores de las banderas de los clubes de fútbol de primera son un factor que altera la química del cerebro de los jugadores, predisponiéndolos a jugar mejor o peor (Evidentemente la combinación de blanco y azul no resulta una combinación favorable). Nuevamente sus colegas apoyaron su nuevo emprendimiento declarando que el único que evidenciaba una alteración química en el cerebro era el propio Laranjetta.
La última aparición del Gran Humberto se registra en su disertación dentro del marco del Congreso Argentino de Química, donde comenzó su exposición repitiendo la frase "El que no salta es un Pelotudo", en un claro estado de ebriedad. Y fue justamente su última aparición, pues luego de esa presentación (que a opinión de algunos "fue la más clara de toda su carrera científica, significando esto una demostración fehaciente de su capacidad profética") le fue otorgada una beca para residir en aquel neuropsiquiátrico pampeano junto a su tío.

jueves, 25 de enero de 2007

Un grupo de investigadores del Intituto Polirrúbrico de la Matanza (posee Laboratorio, Kiosco y Cyber) logró aislar la famosa "molécula del diablo" (Devil's Molecule), causante de todos los males del mundo (bah, de algunos..., el resto es culpa de Bill Gates y seguramente debe ser una macromolécula que contiene Vanadio).

Se trata de la 5-[1,1-bis(4,4-dimetilpentil)-2,2-bis(3-mercaptopropil)-7,7-dimetiloctil]ciclohexano-1,3-diona, y su estructura (para los vagos que no quieren representarla porque las reglas de la IUPAC son muy complicadas) es la siguiente:





El director del grupo, Dr. (vaya a saber en qué) Gualterio Estanislao Ivanoff (conocido en los cículos científicos y del catch como "El Gitano"), atribuye a la presencia de azufre en sus moléculas el hecho de que procede del averno (lugar muy cercano a la Matanza, según dicen...).

Otro grupo científico de la zona (identificado por algunos como "Los de la Barrera") dice que se trata de una molécula de origen extraterrestre debido a que posee forma de marcianito.


Las teorías de ambos grupos fueron discutidas en la real Academia de Artes Ciencias y Videoclub de la Matanza, llegándose a dos conclusiones posibles:



  • No hay evidencia alguna que refute ambas teorías (de hecho es verdad, no hay evidencia de nada...).

  • "Ambos grupos de investigación le dan al tinto en tetra como si fuese el fin del mundo" (palabras textuales del Presidente de la Academia, Daniel Lalín - "El Laucha".)

miércoles, 24 de enero de 2007

En el año 2005 un grupo secreto de científicos platenses crea un boletín en el que vuelcan sus mayores secretos y descubrimientos... los resultados de sus estudios llegaron a conocerse en los círculos científicos con el extraño nombre de Inforgánica...

Sean bienvenidos, ya no hay vuelta atrás... estáis advertidos.